miércoles, 15 de junio de 2011

Relato Nº6 de nuestro concurso Historias sobre cócteles

Relato Nº6 de nuestro concurso Historias sobre cócteles
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A partir de las nueve y media de la noche el bar siempre se quedaba vacío, así Laura podía limpiar y que todo estuviera en orden para el cambio de turno, que era a las diez. Pero siempre había algún cliente inoportuno que ocupaba esa franja horaria.
-Hola, buenas noches.- Era bien parecido, pero Laura llevaba muchas horas trabajando y no tenía la cabeza como para interesarse por ningún cliente.
-Hola ¿Qué te pongo?- Era pronto para tomar una copa y tarde para un café, la hora idónea para la cerveza.
-No lo sé, tengo dudas, ¿qué me recomiendas?- Laura pensó antes de responder.
-No sé qué decirte, ¿qué sueles tomar? ¿Qué te gusta?
-Me gustas tú, ¿a qué sabes?- A estas alturas Laura ya había perdido todo el interés, llevaba años tratando con graciosillos. Así que se dio la vuelta y siguió con sus cosas, ignorando por completo al cliente.
-¡No te vayas! Perdóname, era una broma, tomaré un coctel. ¿Cuál me recomiendas?
-Ahí tienes la carta, elígelo tu mismo.- Respondió Laura, libre de cualquier atisbo de cortesía mientras abrillantaba con papel las cucharillas del café.
Pasaron unos minutos en los que el bar siguió vacío, a excepción de Laura y el cliente inoportuno, ya sólo faltaban veinte minutos para que llegase el camarero de noche.
-No me gusta ninguno, son todos demasiado dulces, prepárame algo especial que no esté en la carta, ¿te atreves?
Laura levantó la vista ante la arrogancia del cliente, por un momento pensó en llamar a la policía y que se lo llevasen de allí, pero no tenía ganas de líos.
-¿Que si me atrevo?, la pregunta es si tú te atreves.
-Por supuesto que sí, tengo un estómago y una garganta aprueba de bombas, te lo aseguro.
-Está bien, es más, te voy a invitar.- Ya sólo quedaban veinte minutos para las diez.
-¡Oh muchas gracias!
Laura comenzó a recorrer el botellero con el dedo, haciendo cuatro paradas en seco: bourbon, vodka, ginebra, y tequila. Colocó un vaso de coctel impensable para el burdo local, y comenzó a verter los líquidos.
-¿Eso es todo? Mira cariño, si pretendes asustarme con eso vas muy mal.- El cliente inoportuno no obtuvo respuesta.
Un poco de vermú, tres granos de café, un chorro de absenta y cinco gotas de angostura.
-Voy a ser buena contigo y le voy a dar un toque aromático.- Tras decir esto, Laura exprimió medio limón y añadió una cucharadita de licor de mora al explosivo coctel.
-Esperaba algo más de espectáculo, esto tiene el color del agua de fregar, ni siquiera has usado la coctelera. Anda nena menéalo un poco, quiero escuchar el hielo en la coctelera, es la magia de coctel ¿no?
-Me has dicho que te ponga lo que yo quiera ¿no es verdad? Todavía estas a tiempo de darle un trago al agua del cubo de la fregona, seguro que te sienta mejor que esto.
-Si, tienes razón.
-Y al entrar me has dicho que quieres conocer mi sabor ¿verdad?
-Buena memoria.
-Está bien, aquí lo tienes. – Dijo Laura mientras arrastraba la copa hacia él. –Espera un momento, se me olvidaba una cosa.- Volvió a retirarle el coctel. Laura se dirigió a la máquina de café que con tanto esmero había limpiado minutos antes, introdujo la varilla para calentar la leche en el coctel y accionó la ruleta.
-¿Qué has hecho?
-Me has dicho que el coctel tiene que ser como yo, así que lo he calentado, mejor calentito ¿no? El cliente la miró a los ojos sonriendo y asintió sin apartar la mirada.
-Son las diez menos cuarto, ahora voy a darme la vuelta y voy a hacer caja, contar el cambio y las cajas de vacío, si a las diez, cuando salga, te has tomado el coctel y sigues aquí en pie, te daré la oportunidad de que me devuelvas la invitación ¿te parece bien?
-Me parece perfecto, pero tú me has invitado a lo que has querido, yo te invitaré a lo que yo elija. ¿Trato hecho?
-Trato hecho, no aguantarás.
Laura, como había dicho, se dio la vuelta, pero antes de abrir la caja volvió a voltearse.
-Una última cosa, si quieres agua tendrás que ir al baño y habrás perdido. Así que no hagas el intento de pedírmela.
-Tranquila cariño, no te molestaré…hasta las diez.- dijo el cliente inoportuno mirando su reloj. Laura estaba satisfecha, la caja le había cuadrado. Miró el reloj, aún eran las nueve y cincuenta y cinco pero no pudo evitar darse la vuelta, la curiosidad la estaba matando. Cuando miró hacia el extremo de la barra descubrió que su invitado se había marchado sin despedirse. Laura no pudo evitar reír a carcajadas, y justo en ese momento llegó su compañero.
-¿De qué te ríes, Laura?- Laura se quedó pensativa unos segundos antes de contestar.
-Ya no quedan hombres como los de antes…

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